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«Todas las amas y amos de casa saben lo que es tener la nevera que dé pena en vez de frío. Después de una dura semana de trabajo y un día de esos en los que el cuerpo no te acompaña, se encontraba tirada en el sofá viendo pasar el tiempo (como la puerta de Alcalá) y diciéndose a si misma que tenía que hacer la comida. La una, y su marido llegaba antes de la una y media con un hambre canina el pobrecillo, así que se puso en pie rezando para que le viniera la inspiración y poder hacer algo rápido pero decente…

Abrió la nevera y no había casi nada. Alguna telaraña y poco más. En el congelador, unas tristes gambas muertas de la risa, un par de filetes de pechuga de pollo para rebozar, dos o tres muslitos de pollo, y otra pechuga entera de pollo más. Calculó que llegaba para todos, así que miró en la despensa y vio que no tenía ni una triste cebolla, pero quedaba un tarro de tomate frito casero de su reserva conservera del último año. Pensó que una salsita de tomate le iría bien a aquel popurrí de proteínas y buscó entre sus botellas de vinos y alcoholes varios para cocinar. Quedaba un poquito de Pedro Ximénez, así que pensó en utilizarlo, más que nada por no ir dejando culines por la despensa. En su cabeza sonaba bien… salsa de tomate al Pedro Ximénez… Siguió rebuscando por la despensa pero también tenía unas grandes y hermosas telarañas por no haber podido ir a comprar el día anterior… De repente vio una bolsita abierta de algo… Mmm ¡unas glamurosas pasas! A la cazuela con ellas.

Doró bien las gambitas y el pollito y los dejó en una bandeja. En el aceite de sofreír puso el Pedro Ximénez y las pasas, (en un moderno plato que se precie no podían faltar las pasas) . En esto que vino su costilla muerto de hambre y, como la comida no estaba hecha, le empezó a dar a la tableta de chocolate que es lo segundo que más le gustaba en el mundo. Lo primero era ella, claro. Mientras le daba al diente oncita va oncita viene, observaba sus idas y venidas con aquel experimento culinario, entonces él también se puso creativo y le echó un trozo de chocolate en la cazuela, uno para su cuerpo otro a la cazuela, así varias veces. Mientras ella le gritaba y le empujaba para que saliera de la cocina… ¿pero qué haces?? ¡¡¡Para ya de echarle chocolate a la cazuela!!! Y él entre risilla y risilla solo le decía que el chocolate le iba muy bien… A final lo envió a comprar pan para sacárselo de encima con la excusa de que solo había ese plato para comer y habría que llenar más el estómago. Después ella le puso el bote de su preciada salsa de tomate frito casero, le añadió el pollo ya dorado y lo dejó durante veinte minutos tapadito y a fuego lento. El olorcillo prometía y ya tenía a él y a su hijo en la mesa afilando los cuchillos y los dientes. Pasado el tiempo le añadió las tristes gambitas que había reservado y lo dejó todo 5 minutos más. ¡Las gambas bailaban bulerías felices dentro del guiso!

No os podéis imaginar qué barra de pan untada en la deliciosa salsa se zamparon. Casi se pegan por hacer barquitos. La verdad es que ese día le aplaudieron hasta con las orejas, más que nada porque tenían las manos ocupadas. Desde aquel día se convirtió en un fijo semanal en su cocina.

Os aseguro que si lo probáis también será uno de vuestros platos preferidos. Y fin de la historia, comieron felices y vivieron perdices o, ¿era al revés?».

Ana C.

Hoy no os traigo una receta con historia… al menos no con una historia popular ni nada por el estilo… hoy Ana C. nos ha relatado una historia real… la historia de cómo surgió esta receta: mi receta con los tristes de mi cocina.

Tal y como explican Marisa y Rosalía en sus blogs (Thermofan y RossGastronómica, respectivamente), con esos tristes de cocina que tenía en ese momento, «me encargué de darles una alegría siendo protagonistas de un nuevo plato«… perfecto para su proyecto «Reciclando Sabores«.

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Realmente quedó tan rica… pero taaaaannnnn ricaaaaaaaa esa salsita!!!! que lo primero que hice fue ir rauda y veloz a apuntarla en mi libreta, porque desde luego que se quedaba en mi recetario para el día a día. Además es muy versátil porque se puede hacer con cualquier tipo de carne o de pescado: pollo, cabeza de lomo, fricandó, salchichas, butifarras, bacalao, rape, merluza… hasta con gambas simplemente!!! Por eso, para publicarla en el blog y participar en su proyecto «Reciclando Sabores» he decidido hacerla con salchichas en lugar de pollo

El sabor… es una mezcla entre dulce y salado fantástica!!! (en casa nos encantan estos contrastes). La dulzor del Pedro Ximénez y las pasas combinan a la perfección con el marisco y la carne o pescado… De todas maneras casi todo en esta receta es reemplazable: probad con el vino que tengáis… incluso con Brandy!!! Pero utilizad siempre el chocolate… y diría que hasta las gambas que creo que son los que le dan ese puntito final increíble al paladar!!! El tomate mejor casero por supuesto, pero tampoco es imprescindible ya que hoy en día hay en el mercado algunos muy logrados.

No os olvidéis del pan… mucho pan para mojar en la salsa!!!! Para chuparse los dedos (literalmente porque las gambas es como mejor se comen: con las manos). Vamos con la receta…

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Qué vamos a necesitar:

  • 4 ó 5 salchichas de «Pagés» por persona
  • 4 gambas por persona
  • 1 vaso de Pedro Ximénez
  • Un buen puñado de pasas
  • Otro buen puñado de chocolate (70% de cacao)
  • 1 tarro de tomate frito (mejor casero)
  • Aceite

Cómo la vamos a hacer:

1. Cortamos los bigotes de las gambas y las ponemos a dorar en la cazuela con un buen chorro de aceite, vuelta y vuelta (tan solo un minuto por cada lado, para que el aceite coja el sabor). Retiramos a un plato y reservamos.

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2. Pinchamos las salchichas con un tenedor (ojo!!! pinchad 3 ó 4 veces pero no os emocionéis en plan «Psicosis» jejeje). Las ponemos a dorar en el mismo aceite, retiramos y reservamos también. Todo siempre a temperatura máxima.

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3. Añadimos el Pedro Ximénez y dejamos que hierva para que vaya arrastrando el jugo adherido a la cazuela. Entonces le incorporamos las pasas y el chocolate. Removemos hasta que el chocolate se derrita y nos quede una salsita homogénea.

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4. Incorporamos el tomate y removemos. Después las salchichas y esperamos a que vuelva a hervir. Entonces podemos tapar la cazuela y bajar la temperatura casi al mínimo (en la vitro al 3) durante 20 minutitos. Meneamos la cazuela de vez en cuando…

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5. Echamos las gambas, removemos un poco con cuidado para que no se nos separe la cabeza, y volvemos a tapar. Dejamos así 5 minutitos más y….

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Nota: Se puede acompañar con un poquito de arroz blanco regado con la salsita…

…a comer!!!!

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Si quieres puedes descargarte la ficha imprimible que he preparado con esta receta pinchando en la imagen

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